En el amanecer del Viernes Santo en Cuenca, cuando las primeras luces asoman por los cerros cercanos, miles de nazarenos, se apresuran a vivir y participar en la celebración mas arraigada y conocida de la Semana Santa conquense. A las 5:30 de la mañana, comienza la procesión “Camino del Calvario”. Un Calvario muy particular, de calles empinadas, en el que la gente de Cuenca, desborda pasión, y emoción, porque Jesús va a ser Crucificado. Son las llamadas Turbas, seguidas por las hermandades de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador, San Juan Evangelista, y Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín que junto a sus pasos, ofrecen al espectador momentos tan únicos y tan distintos, como el más absoluto silencio y respeto cuando la imagen de la Virgen desfila, o el estruendo de tambores y clarines de la turba, que encabeza el desfile.
Las Turbas, es la procesión con más matices, de la Semana Santa conquense. Miles de nazarenos, vestidos con los trajes de sus hermandades, en un escenario multicolor, escenifican mediante clarines desafinados, y roncos tambores, las burlas que Jesús sufrió camino de su crucifixión. Son burlas relativas, pues son meros sonidos, ritmos de tambor, los que transmiten con el máximo de respeto y devoción, sentimientos internos inexplicables, que año tras año desde tiempos desconocidos, celebran y viven las gentes de Cuenca.
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