Introducción: Juan Antonio Hidalgo
Carta y fotos: José Antonio Barragán
Uno de los regalos inapreciables con
los que la vida puede agasajarnos es con un buen amigo, de esos que se cuentan
con los dedos de la mano, de los que siempre están ahí, como ángeles de la
guarda, por si acaso.
Mi buen y querido amigo, José Antonio
Barragán, profesor de Historia en un Instituto de Sevilla, es uno de ellos, es “el
amigo de verdad”, por antonomasia. Ha visitado Sicilia, y desde allí me ha
enviado un e-mail contándome breve pero intensamente cómo es aquella hermosa
isla. La descripción es tan rica y jugosa, que no he podido por menos que
incluirla en este pequeño artículo para la revista mensual.
Querido
amigo Juan Antonio:
¿Qué
te podría contar de Sicilia? Seguramente, lo más fácil sería entrar en los
tópicos que todos conocemos: “…tierra arcana, dominada por la temida y paternal
Mafia, cuna de los Corleone….., etc., etc.
Te
contaré, mejor, cómo la estoy viendo en mis días aquí. Es un lugar agreste y
vital, de contrastes sorprendentes, bajo una luz cegadora. Así es la isla, un
mundo excepcional por el que, ocupando el centro del Mediterráneo, han
transitado y habitado culturas dispares y exóticas, dejando un intrincado tapiz
de costumbres y formas que fascinan y desconciertan.
El
desorden es la cotidianeidad de esta tierra, salpicada de pueblos enclavados en
lugares imposibles. Sus ciudades están tomadas por un colérico tráfico, que se
mueve en maniobras imprevisibles y temerarias que podrían provocar colisiones
múltiples y que, milagrosamente, nunca ocurren. Las fachadas, dejadas con un
consentido abandono, se ofrecen descarnadas y oscuras, sosteniendo, sin pudor,
ropas colgadas en improvisados tendederos. Desde algún lugar cercano, te llega
un bullicio, el ruido de un mercado ocupando calles enteras, convertidas en un
hervidero en el que mil voces alborotan un espacio colorista plagado de
gestos y gritos de vendedores ofreciendo frutas, verduras, pescado carne,
quesos... Allí te envuelven los olores del mar que desprenden los peces, los
lomos de atún, brillantes y rojos, las sardinas de relucientes escamas, también
el aroma más cálido y suave de sangrantes carnes expuestas y la intensa y
variada fragancia de las frutas….
No
faltan en Sicilia espectáculos insólitos como el Etna nevado, vomitando humo por
la corona de su cráter, aliento que muestra su vitalidad,…., o como las
espeluznantes momias de Palermo, expuestas para la curiosidad morbosa de los
turistas capaces de aguantar el lúgubre espectáculo.
También
están presentes tradiciones hermosas y entrañables como el teatro de marionetas
con historias de heroicos caballeros que luchan en mil batallas contra
terribles enemigos para defender a sus reyes, a hermosas princesas y a pueblos
desvalidos.
En
fin, querido amigo, es éste un lugar al que hay que venir con tiempo, para paladear
con detenimiento y poder sentir todos sus matices, sus agrestes paisajes y sus
gentes.
Te
seguiré contando.
Tu
amigo: José Antonio
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